No es que haya muerto,
pero es como si lo fuera.
Muerto de mis pies,
no avanzan,
sólo buscan charlar con sombras.
Muerto de los brazos,
lánguidos,
pesados; creo que están en huelga
porque no han abrazado a una mujer.
Muerto de mis entrañas,
es de ahí donde sale todo el dolor.
Mi pelo está muerto,
día a día se suicida
descascarándose y cayéndose como el otoño.
Muerte de mi pecho,
como el reflejo en los ojos de un maniquí
como palabra que se perdió en el tiempo
y por perdida,
ya no se usa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario