jueves, diciembre 14, 2006

Oración a María




AveMaría,
Postrada, derramada sobre el altar
mostrando tu corazón desnudo a los ojos hambrientos.
María, llena de gracia
atrápame en tus contornos santos y divinos
palpándonos en la humedad de la santificación.
Bendita eres,
bendita eres al moverte sinuosamente
afirmada de la testera luminosa
mientras con un rayo enciendes las pasiones.
Virgen santa,
con tus movimientos cadenciosos me limpias de culpas
mientras estoy apoyado en tu encrespado regazo.
Santa María,
Nunca te niegas a que beba de tu cuerpo en sacrificio,
arrebatándome
Socavándome en el disfrute de mis culpa
hasta agotar los gemidos
de este infierno sabatista,
ahora y en la hora de mi muerte.
Que así sea.

lunes, diciembre 11, 2006

Soborno a la Muerte

Moribundo tras la vidabundante lengua,
que sin un no sé,
va desesperanzándome antes de morir
sobre las ululantes y blanquecinas cunetas.
Esto no es un derroche de palabras en los lustrines del lenguaje,
es sólo un morir ondulante
hasta que los relentes salgan al encuentro
mezclándose con los látigos de las uñas.
Sin querer exagerar,
también es sólo tratar de huir
de los acordes peinados de la vida
antes que la muerte me alcance por detrás de las rodillas
y que susurrante muerda la clavícula,
se monte sobre mi ombligo,
preñándome,
sin que yo lo quiera,
con estos desdichados símbolos
que luego se diluirán en las sombras de los ojos.

viernes, diciembre 01, 2006

Gamoneda, el poeta que ha sabido arrancar luz a la oscuridad

CARMEN SIGÚENZA (EFE)

MADRID.- Antonio Gamoneda, que se ha alzado con el premio más prestigioso de las letras hispanas, el Cervantes, es una de las voces más hondas y singulares de la poesía en lengua española, un poeta que ha hecho de la memoria, el dolor y la oscuridad su material poético, lleno de vida y consuelo.
Nacido en Oviedo el 30 de mayo de 1931, Antonio Gamoneda, a los dos años y tras la muerte de su padre, se trasladó a León con su madre, una ciudad en la que siempre ha vivido y donde dirige desde hace muchos años la Fundación Sierra-Pambley, creada en 1887 por Francisco Giner de los Ríos con los principios de la Institución Libre de Enseñanza.
En los primeros años en León, y en medio de la dureza de la guerra y la posguerra, Antonio Gamoneda encontró en su madre y en las primeras lecturas, que empezaron con los poemas de su padre, un poeta modernista, el consuelo de tiempos duros y dificultades económicas.
De formación autodidacta y tras empezar a trabajar en 1945 como recadero en un banco durante muchos años, actividad que compaginó con estudios medios, Gamoneda publicó sus primeros poemas en 1960, como los escritos en 1947 'Sublevación inmóvil'. En ese mismo tiempo escribió 'Blues castellano', que entonces no editó por razones de censura.
Gamoneda comenzó así una poesía alimentada con su propia vida y experiencia, marcada siempre por "la huella ética que penetrará en toda su obra", como recordó el jurado del premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana cuando le concedió el premio.
Incrustado solo por edad en la Generación de los 50, pero muy alejado del sentir poético con el que se inició este grupo inclinado por la poesía social, con el que no tuvo nada que ver, Antonio Gamoneda vivió activamente también los momentos de la resistencia antifranquista, un periodo en el que tomó más conciencia moral, si cabe, y que fue muy rico para su creación.
Después, muerto el dictador y tras años de silencio poético y de "frustración ideológica" volvió a dar otro ejemplo de coherencia creativa y ética con sus libros: 'Descripción de la mentira', 'Lápidas', 'Arden las pérdidas' o 'Libro del Frío'. Todos ellos marcados por la verdad trascendida, por la herida, por el dolor que queda tras la barbarie, la injusticia y la pérdida.
Doctor 'honoris causa' por la Universidad de León, Gamoneda también posee el premio Castilla y León de las Letras, el premio Nacional de Poesía en 1986 por 'Edad', y ha sido nominado al Premio Europa.
Su nombre está incluido en la prestigiosa antología 'Insulas extrañas' y su poesía completa (1947-2004) ha quedado reunida en el volumen 'Esta luz', editado por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores.
Aunque la mejor manera para conocer a Gamoneda es leer cualquier libro suyo, porque todos ellos son la crónica de su vida, sus poemas están enmarcados en la temporalidad.
"La poesía, en su esencialidad y en sus necesidades técnicas, es un arte de la memoria. Pero la memoria es siempre consciencia de pérdida (conciencia de lo que ya no está con nosotros o de lo que ya no es... conciencia de progresivo acercamiento a la muerte)", repite siempre el poeta.
Pero a esta certeza gamonediana de que la poesía existe porque sabemos que vamos a morir hay que añadir que fundamentalmente para este poeta: "la poesía tiene su causa y su finalidad en la creación de placer".Y este credo creativo lo dejó dicho el poeta en la Residencia de Estudiantes, el pasado 28 de junio: "Si ustedes leen las Coplas de Jorge Manrique es un poema desolador, pero está proporcionándonos un tipo de placer, díganselo ustedes a sí mismos. Según esto, la poesía, queramos o no, es el relato de cómo se avanza hacia la muerte, pero, simultáneamente, es también el arte de implicar placer en este relato".