viernes, abril 27, 2007

Ascensor

Escarbo
en tu ombligo de carbón oxidado
desgastando
mis dedos hasta las coyunturas,
hundiéndome
en tus fauces; esas que trituran
un día frío al rasguñar
la espalda.
Y viajó
por tu intestino liso
en una camilla vertical; empapándome
de los ácidos y líquidos
que semejan un embrujo paralelo,
llenándome
de insectos el vientre.

Eres el insaciable Leviatán,
exprimes
las almas como lavandera que estruja
la ropa,
y no satisfecho
de las aflicciones que inflinges,
los vomitas
de piso en piso;
ahí terminarán
revolcándose en su noche.

viernes, abril 13, 2007

Guillermo Meléndez en Chile

Guillermo Meléndez (a la izquierda) nació en Galeana, N. L., el 25 de junio de 1947. Es licenciado en derecho por la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Autor de Perdido mas no tan loco (cuadernos El moro, Monterrey, 1979), Jacinto enloquecido ( STUANL, Monterrey, 1985), “Cifra incierta” (en el colectivo Estrategias de la nostalgia, UNAM, México, D. F., 1989), Astillas de arce (Escuela Normal Miguel F. Martínez, Monterrey, 1989), Diario del Sillayama (ayuntamiento de Guadalupe, N. L., 1993), La penúltima piel (Ediciones del azar, Chihuahua, 1994), Inmundi (ediciones Toque, Guadalajara, Jalisco, 1995), Memorias del aljibe (Libros de la mancuspia, Monterrey, 1998) y Ciudad del náufrago (Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 2002).

JORNADA DEL PERDEDOR

I
Rueda el par de dados,
traen el tres
y se llevan mi apuesta
como simún arrasador,
como el que roba pobres
para armar la parranda
con zánganos reunidos al azar.
Desafortunado en el juego,
afortunado en amores,
me dice un compañero
que conoce bien
la cornamenta floja,
la fatiga carnal que llevó a las disputas
provocadas por el carcaj
del que incendia el corazón.
Le digo la hora.
Da gracias y se pierde.
Quise evitarla
antes de que me hablara
creyéndola mendiga.

El crisantemo:
una copa en mi mano
llena de lluvia
que se desborda y cae
en mis labios resecos.

La golondrina
escribe un telegrama,
lo envía Sin-Ichi.
En el cielo de junio leo:
“la tristeza nos une”.

La lagartija
es dragón, la boñiga
tarta de queso
para el escarabajo
que vive en el pesebre.
TERCERO

De una fiesta de quince años traje
este pedazo de pastel; el que lo rechazó,
al morderlo, encontró un pelo del pubis.
Al sentirlo en la punta de la lengua,
lo sacó de inmediato, se enjuagó con brandy
y con un gesto de asco dijo a su esposa:
vieja, vamos a bailar, en el momento
en que los músicos interpretaban el Mambo número 8.
Mientras notaba que su mujer había perdido agilidad
en hombros y caderas y que el conjunto
destruía infamemente la inspiración de Pérez Prado,
imaginó la escena de la panadería
donde el pastel del quinceaños se produjo.
Las cucarachas recorrían confiadas las láminas de hornear,
el gato dormía en la canasta del repartidor
y en la radio se escuchaba El rey de mil coronas.
El panadero fue al patio a desaguar
––después de sacudirlo guardó el pájaro,
cerró su bragueta, y sin lavarse las manos,
cantando a dúo con Lalo Mora, regresó a laborar.
Y así continuó, cantando y trabajando,
haciendo dueto con los artistas de una emisora
que transmitía toda la noche, así hasta colocar
una muñeca vestida de rosa en la cima del pastel,
sin percatarse que dejaba como sello de su creación
un rizado y grueso pelo de su pubis pelechador.