lunes, noviembre 27, 2006

El poeta debe escribir sin poner límites ni ocultarse


"El poeta debe escribir sin poner límites ni ocultarse, ser como el viento, ser llamarada, escribir con el fuego en la lengua, ser como el paso de mil voces y rayos, escribir con la pasión del amor en la entrega. El oficio de escribir, ganarse el día y la noche, la lenteja y la camisa, la paz y la guerra de su sangre. Es el espíritu el que carga las palabras de los creadores. Queremos llegar a todo lugar donde la palabra sea necesaria y su presencia ayude al desarrollo de los que vienen. La poesía va a abrir la puerta de par en par, para que el aire circule libre, sin ceremonias.

Lúcidos en el riesgo deben ser los poetas para practicar la libertad con vehemencia, compartir el trabajo de la existencia en común. Porque el poeta se enfrenta a la vida y puede perder la partida.

Escribir, escribir, en el riesgo de perder en cada verso la existencia".

de Edmundo Herrera

martes, noviembre 07, 2006

Al Otro día

Qué importa si al caer las tres
desérticos ramales expían el sol en una plaza pupilante.

Qué más da si las hojas tapan sus parpados al ronronear
antes que lleguen las cuatro montadas en los puntales.
Ahí,
sin que esto sea un swing,
no importando el atraganto de miradas,
nos escarbaremos en un lecho de ojos, divertimento y entornos.

Como si a la vez nosotros no pudiésemos desflorar
antes que las cinco asome su cogote.
O pájaros escupan sobre las persianas de nuestras vísceras
con su emplástica moralidad .
De todas formas,
sólo nos precipitaremos con caricias y susurros impúdicos;
mi torso besará el cielo mientras tu lo exorcizas
afuera
los perros sólo beberán de las sobras de nuestro baile
al ser vencida la tarde por las seis,
ya no importando mis cincuenta,
ni tus cuarenta y tanto,
sólo nos convertiremos en punteros entre un tiempo y otro.

(Mayo de 2006)

viernes, noviembre 03, 2006

Ultima versión de CAUTIVO

Cautivo

I
Qué más da,
si ya pasaron las muertes tendidas en los autobuses
y los caminos se disiparon en cada esquina de la soledad.
Qué más da si al mirarte me deleito.

Ahí estas,
Como laberinto en los flecos de mis ojos,
burlándote de los relojes, translúcida en los aparejos
de esta seca ciudad,
esperándome sin que lo sepas,
cautivándome sólo con el esbozo de tu sombra,
mi joven tierra.

II
Antes que el invierno expire
me trasformaré en crepúsculo,
sólo para arrullarte al naufragar en cada uno de tus recovecos
y estremecerte como un tren estremece la tierra cuando pasa;
sin importar ya los tiempos ni las distancias,
sólo tú y yo,
en alguna noche,
noche próxima,
noche de encuentro.